¿Seducción es manipulación?
Hay personas que consideran que seducir es manipular porque equiparan seducción a manipulación. Quizá porque es una de las acepciones de la real academia, con la cual yo no estoy de acuerdo, porque yo, más que de manipulación, hablaría de máscaras: De las máscaras que muchos se ponen para seducir y para gustar: da igual que quieras seducir a alguien que te atrae, al que te entrevista para un nuevo trabajo o a los padres de tu pareja. Al final, se trata de crear lazos y relaciones con los demás.
Las máscaras cumplen una doble función: por un lado la de dar una imagen concreta, que casi siempre es distorsionada de lo que uno realmente es, y por otro lado, ocultar lo que uno no quiere mostrar. Por ejemplo, tu máscara puede mostrar seguridad para ocultar un gran miedo, o puede mostrar simpatía y desparpajo para ocultar una ligera timidez o puede mostrar sumisión o alegría para ocultar una rabia interior.
Manipular para seducir
Aún así, hay personas que sólo entienden las relaciones con los demás a base de estas máscaras, para ellos seducir es manipular porque no conocen otra forma.
No te voy a negar que puede funcionarte en algunos casos pero, ¿y luego? Porque aquello que tu máscara te ayudó a ocultar se hará cada vez más grande y más fuerte dentro de ti: ya sea la inseguridad, el miedo, el dolor, la angustia, la rabia… Y luego, ¿qué vas a hacer luego con eso? ¿Hasta cuándo vas a poder sostener esa máscara?
Vas a estar fomentando una relación superficial y vas a acabar sintiéndote como un impostor.
Y es fácil darse cuenta que cuantas más máscaras te vayas poniendo encima para protegerte, cuantos más escudos utilices: más miedo te va a dar salir y sacar a relucir la esencia que tienes como persona.
Y está bien que todos tengamos una forma en la que afrontamos la vida, pero esas máscaras nos generan más y más inseguridad porque nos sentimos tan bien y tan a gusto con ellas, que cuando tratamos de quitárnoslas, empezamos a sentirnos incómodos, y queremos volver a tenerlas. En ese sentido, seducir es manipular.
Una vez nos acostumbramos a salir de nuestra zona de confort, nos acomodamos a la nueva situación y ya no parece tan incómodo.
El problema de manipular para seducir
Constantemente trabajo con personas que se ponen sus máscaras y sus armaduras, bien para mostrar una versión de ellos que no son o bien para que no les hagan daño. Pero se han dado cuenta de que esas máscaras se agotan y cuando no se las puede exprimir más, se caen solas y se sienten desprotegidos.
En el fondo, no saben qué decir, no saben qué hacer o no saben conectar con la persona que tienen delante porque ni siquiera han conectado con ellos mismos. Lo veo constantemente en los talleres donde expresamos corporalmente: les cuesta moverse y contactar con sus propios centros. ¡Y es que nos enseñan a desconectar de nosotros!
En contra parte, es imposible que se te agoten los recursos si hablas de ti, desde ti, si estás en contacto contigo y si estás pendiente de ti y de lo que te pasa en lugar de estar en tu máscara o en lo que a la otra persona le pasa con tu máscara.
Lo peor es cuando tratamos de desconectarnos con nosotros para conectar con los demás.
Lo peor es cuando tratamos de desconectarnos con nosotros para conectar con los demás. Eso es una incongruencia, lo miremos desde donde lo miremos.

Errores de los hombres con las mujeres (y cómo evitarlos)
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